Hacer pan en casa, una afición compartida

Si nos hubiesen dicho hace diez años que hacer pan en casa se iba a poner de moda, quizá no nos lo habríamos creído. Pero es verdad, somos testigos de cómo una actividad (aparentemente) tan sencilla, tan de toda la vida, se ha convertido en un auténtica fiebre en los últimos años. Una afición que tiene tantas bondades como la de hacer algo con las manos, de manera artesana, sin prisas y compartirlo con los que más queremos. Tanto el resultado, el pan, como el proceso: la selección de las harinas que más nos gustan, el amasado, la cocción… Un proceso en el que pueden participar desde el más mayor al más pequeño de la casa.

La cocina lleva varios años ganando adeptos. En todas sus facetas. Hay personas ‘enganchadas’ a hacer todo tipo de platos, postres, cupcakes… y en los últimos años también ha arrasado la moda de hacer pan en casa. Ya son legión los que prefieren hacer su propio pan. Por muchos motivos. En primer lugar porque quieren saber lo que comen, elegir los ingredientes que utilizan. Rechazan el pan industrial y, al hacerlo ellos mismos, vuelven a lo natural. Cuantos menos añadidos y mejorantes artificiales en las harinas, mejor.

Cualquier persona que desee hacer pan en casa, sólo necesita harina, agua, sal y levadura, además de algunos útiles (un cuenco, paños…) y un horno. La levadura de panadero para empezar, ya que la mayoría de los ‘panarras’ (es el nombre que muchos de ellos utilizan para denominarse) trabajarán con su propia masa madre, que cuidarán casi con el mismo mimo que a un hijo. También, si uno quiere ir a lo seguro, puede adquirir masa madre en establecimientos de confianza, como es el caso de Quadra Panis. Y, por supuesto, no hay que olvidarse de la paciencia y de hacer las cosas despacio. Con tiempo saldrá todo mucho mejor.

Y entonces llegará la hora de entrar en harina: el placer de amasar, otro de los motivos que mueve a los aficionados a hacer pan en casa. El trabajo manual, artesano, de usar las manos, al principio pueda costar a algunos. Pero cuando se coge maña, nos ayuda a evadirnos de las preocupaciones diarias y relaja nuestros sentidos. Quizá por eso precisamente nos podemos iniciar en esta actividad en vacaciones, cuando disponemos de más tiempo.

Y también es importante implicar a nuestros hijos, con los que podemos compartir esta afición. A nosotros se nos caerá la baba y ellos estarán encantados de hacer algo con los mayores. Además se sentirán orgullosos de elaborar su propio pan y se lo comerán con más ganas. Seguro que los que son padres y madres corroboran este hecho: un niño se comerá sin pestañear cualquier comida en la que haya participado. Igual el hecho de que lo hagan ellos mismos es una forma de inculcarles un hábito tan saludable como comer pan. Más que cualquier campaña de promoción.

Porque el pan, el fruto de nuestro trabajo, es otra de las razones que mueve a los aficionados a hacer pan en casa. Sí, quizá nos lleve más tiempo, pero el sabor de un pan casero bien hecho es insuperable. Otro de los motivos. También, que es una afición barata, ya que un paquete de harina cunde mucho y, aunque la subida de la luz es un fenómeno imparable, de una hornada salen muchos panes. En la variedad está el gusto, y otra de las bondades de esta actividad es que, a medida que cojamos confianza, podremos ir probando a jugar con diferentes harinas y hacer diferentes tipos de pan. No nos tendremos que limitar a la oferta del ‘super’ o de la tienda más cercana. Nosotros decidimos y la lista de variedades es infinita.

Y cuando ya casi hemos perdido la cuenta de los motivos que nos llevan a elaborar pan en casa, nos encontramos con otro de ellos: a los aficionados a hacer pan en casa les gusta intercambiar experiencias en Internet, hacer quedadas y reunirse, acudir a cursos… Son seres sociables por naturaleza.

Este post tenía como objeto informar de una realidad social: la creciente afición de hacer pan en casa. Aunque seguro que algunos se han convencido de sus ventajas y ya han apuntado ‘harina’ y ‘levadura’ en la lista de la compra.