El pan, el gran aliado de la dieta infantil
Ya sea por moda o comodidad, el pan ha pasado a un segundo plano en los hábitos alimenticios de los niños. Las autoridades sanitarias se han propuesto reivindicar este alimento fundamental en la dieta de los más pequeños por varias razones: lejos de engordar, satisface sus enormes exigencias diarias de energía y nutrientes. Además, su consumo garantiza niños más sanos y libres de sobrepeso. Su lema podría ser ‘menos bollería industrial de mala calidad y más bocadillos’. Y si están hechos con pan de calidad, mejor que mejor.
En España pasamos en cuestión de décadas de no tener un trozo de pan que llevarnos a la boca, sacudidos por el hambre en la posguerra, a disfrutar de meriendas en las que no faltaba el bocadillo como base indispensable de la alimentación de los más pequeños.
En los últimos años hemos cambiado en muchos casos el pan con embutido por bollería industrial, y hoy en día nos encontramos con unos índices de obesidad infantil y de sobrepeso altamente preocupantes. Uno de cada cuatro niños padece sobrepeso y en torno a un 20% es obeso, estadísticas que, inequívocamente, son el resultado de un mayor sedentarismo y de los cambios en los hábitos alimenticios.
Entre los alimentos que han ido pasando a un segundo plano está el pan, que ha llevado a que España sea uno de los países de Europa con menor consumo (unos 36 kilos por persona y año). También los niños comen menos pan. Las prisas, la falta de tiempo, los cromos que regalan… Al final la cuota de mercado se inclina hacia la bollería industrial o el pan de molde.
Se decanta, pues, hacia productos más calóricos, con más grasa y que podrían derivar, a la larga, en problemas de hipertensión y altas tasas de colesterol. Las autoridades sanitarias han puesto en marcha diversas campañas para inculcar hábitos de vida saludables y promover el consumo de alimentos más recomendables para el correcto desarrollo de los niños. El pan, por fortuna, forma parte de esa selección.
La adquisición de hábitos dietéticos saludables en la más tierna infancia es uno de los pilares fundamentales sobre los que pivotan estas campañas. Porque sus costumbres se reproducirán en la edad adulta. No es descabellado dar a los bebés ya cercanos al año un cuscurro de pan o un colín, siempre, eso sí, bajo la estrecha vigilancia de sus mayores para evitar que se atraganten. Conseguiremos que vayan cogiéndole el gusto a este alimento y, además, les servirá de alivio cuando les salgan los primeros dientes.
El pan se introducirá poco a poco en su dieta. Algunos nutricionistas destacan la importancia de incluir una ración en cada una de las comidas para aportar todos los nutrientes necesarios en una dieta equilibrada y cubrir sus exigencias de hidratos de carbono. Por lo menos la mitad de las calorías que ingiere un niño al día han de proceder de este nutriente.
¡Cuánta energía puede quemar un enano a diario! Jugando en el patio del colegio pero también estudiando en casa y en el aula. La doctora Beatriz Navia, profesora titular de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense y portavoz de la campaña Pan cada Día, sugiere ingerir una ración de 40 gramos en cada comida, el equivalente a un bollito o pulga de pan. Si se excede, tendrá que comer menos en las otras para compensar y mantener así un equilibrio.
El pan es un alimento imprescindible en la pirámide nutricional de los más pequeños. Aporta vitaminas como la B1, esencial en el cerebro y el corazón, y minerales, entre ellos fósforo, magnesio, calcio y potasio, fundamentales para la memoria y el desarrollo. Nota para aquellos cuyo estómago parece no tener fondo: se alcanza antes la saciedad consumiendo pan que otros alimentos también ricos en hidratos de carbono como la pasta y el arroz.
Y, por seguir desmontando tópicos, recordamos que el pan, siempre consumido con moderación, no engorda. A los niños, tampoco. Todo lo contrario. Diversos estudios nutricionales concluyen que aquellos que consumen más pan presentan un menor sobrepeso y obesidad. Su dieta es más equilibrada, tienen un menor índice de masa corporal y registran menos indicadores de riesgo cardiovascular.
Sin embargo, en este momento, el consumo medio es de 2,5 raciones de pan al día cuando debería ser de 4. Por eso, las campañas de promoción de hábitos saludables han hecho hincapié en la conveniencia de incluir pan en el desayuno y en la merienda. La merienda, una comida que habría que recuperar. El estudio ‘Hábitos de merienda en escolares de nuestro medio’ (HABIMER), desarrollado por pediatras del Hospital Rey Juan Carlos, señala que el 76% de los niños entre 6 y 12 años meriendan todos los días. Eso quiere decir que uno de cada cuatro niños no merienda. A partir de los 12 años, sin embargo, sólo lo hace uno de cada cinco. Suprimir esta comida puede repercutir negativamente en el rendimiento académico y deportivo del niño.
Y si hay que acostumbrar al niño a comer pan y a merendar, también hay que ir introduciendo poco a poco en su dieta el pan integral. Contiene más vitaminas y minerales, disminuye el riesgo de padecer diabetes mellitus, reduce los índices de colesterol y triglicéridos y regula el tránsito intestinal.
No hay que preocuparse si el niño retira la miga o los bordes, señala Beatriz Navia. Su valor nutricional es el mismo. Lo importante es que coma pan. Tampoco importa si come colines o bollo. Que elija el pan que más le guste dentro de la enorme variedad que hay, ya sea de trigo, cebada o centeno, ya tenga forma de chapata, baguette o barra. Lo importante es que disfrute de este alimento que lleva con nosotros desde los orígenes de la humanidad y que nos acompaña desde la más tierna infancia hasta la vejez.
Deja un comentario